
Resulta difícil estar hace casi siete meses sin viajar, para quienes somos amantes de agarrar un par de pilchas y partir. Cuando empecé a escuchar sobre el Covid-19, en ese entonces sólo Coronavirus, tenía dos viajes planeados, las reservas hechas y, la verdad, se veía tan lejano este "bicho" que decidimos partir.
El primero fue en enero de 2020 y el destino era San Martín de Los Andes, Argentina. Un lugar que visito sagradamente cada verano hace ya algunos años. Pero esta vez cruzaríamos al país vecino a través del paso fronterizo Mamuil Malal, ubicado en las cercanías del turístico Pucón y no por Cardenal Samoré, Osorno, como solíamos hacerlo.
Fue así como partí desde Curicó, mi ciudad natal y a la que retorné hace 5 años después de un largo paso por Santiago. La primera parada oficial: El Salto del Laja, con su debido desayuno para recargar energías. El almuerzo, en una picada de la carretera, para luego seguir y alojarnos algunos días en Pucón.
Allí abunda la oferta de alojamientos: hoteles, cabañas, lodges, hostales, departamentos, camping, etc. Aunque no es bueno fiarse... ya me pasó una vez que llegué a las 23.00 horas, sin reserva y no había NADA disponible en Pucón, Villarrica, ni sus alrededores y debimos dormir en el auto.
En fin... habíamos reservado con bastante anticipación un departamento, pues inicialmente nuestro viaje se debía al Iroman de Pucón, que correría mi compañero de vida. Sin embargo el evento deportivo fue cancelado y debimos modificar las fechas, para no perder el arriendo y poder disfrutar de vacaciones. Teníamos planeado quedarnos algunos días allí, luego cruzaríamos a San Martín y al regreso nuevamente un par decías en Pucón para volver, y así lo hicimos.
Del coronavirus poco se hablaba en enero de 2020... salvo algunas noticias que llegaban de la lejana China y que nos hacían pensar que podía ocurrir algo grave, pero que en medio de las vacaciones, preferíamos dejar de analizar. Ya en marzo del mismo año, fecha en que viajamos a Bariloche, también por el Ironman, el ambiente estaba más complejo. El maldito "bicho" se estaba esparciendo por todo el mundo y la OMS declaraba pandemia... pese a eso no habían casos confirmados en Chile ni en Argentina.
El primer día viajamos hasta Entre Lagos, donde arrendamos una cabaña sencilla, pero muy acogedora. Dormimos y partimos temprano a la siguiente jornada para cruzar la cordillera y llegar a Bariloche, donde finalmente mi marido corrió su primer Ironman... una experiencia increíble; turisteamos bastante, disfrutamos de la exquisita carne transandina, nos trajimos cuanto chocolate encontramos y justo el día en que volvimos a Chile, se confirmó el primer caso de Covid-19 en nuestro vecino país... al mismo tiempo, que ocurría en Chile.
Nunca imaginé lo potente que sería todo esto... los niños a la casa, muchos de nosotros en teletrabjao, nuestros padres confinados, hoteles y restaurantes cerrados... ¡Las fronteras cerradas! Algo malo se venía para todos y también para los que amamos viajar.
Desde hace 7 meses, mi desplazamiento más largo ha sido a 70 kms. de mi natal Curicó ¡y por trabajo!; veo las ofertas de viajes y me entusiasmo y luego digo, es mejor esperar. Pienso en las vacaciones de verano y aún no tengo planes. Hoy la responsabilidad está primero.
Pero sé y tengo la confianza absoluta de que volveremos a viajar, de manera distinta quizás, con más responsabilidad, pero volveremos a hacerlo. Queda taaaanto por recorrer, que me niego a que el famosos Covid-19 nos eche a perder los planes. Es cosa de tener un poco más de paciencia para volver a armar la maleta y emprender un nuevo destino. Y lo haremos con dos nuevos invitados: la mascarilla y el alcohol gel.
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